Encuentro con Syd Barrett en Febrero de 1983.
Encuentro con Syd Barrett en el portal de su casa:
Y heme aquí, delante de esta vieja casa de Cambridge, intentando
no parecer demasiado nervioso, mientras espero respuesta a mi
golpe de puerta. Nada. Vuelvo a llamar. En el jardín, una
anciana corta rosas. Una sombra se perfila al fondo del pasillo,
y avanza lentamente hasta la puerta.
Hola. Estamos tan
sorprendidos el uno como el otro y nuestras dos voces se
superponen. Te traigo esto, es tu ropa, ¿La recuerdas?.
(Nota: el autor se refiere a unas prendas que Barrett dejó
olvidadas en el apartamento de Londres en el que vivía hasta
hacía un mes). ¡Oh, sí! ¡de Chelsea! Sí...
Es un hombre prematuramente envejecido, cansado. Con los cabellos
muy cortos, los trazos endurecidos, los brazos caídos. Ha
engordado. Su madre no me ha oído llegar, sigue en el jardín
trasero. De vez en cuando, Syd lanza una mirada furtiva hacia esa
parte del jardín.
Le explico que llevo días buscándole, que estuve en Chelsea y
que allí me dieron la ropa para él. Gracias, me
responde. ¿Pagaste algo? ¿Te debo algo por la ropa?.
No, le pregunto que hace en la actualidad, ¿Quizá
pinta? No, acaban de operarme, nada grave. Intento volver a
Londres, pero debo esperar. Hay una huelga de trenes en estos
momentos. No... no... Miraba la televisión eso es todo.
¿Ya no sientes deseos de tocar música?
No. No tengo tiempo de hacer gran cosa. He de encontrar un
apartamento en Londres, pero eso es difícil. Debo
esperar....
De vez en cuando mira el saco de la ropa y sonríe. Intenta
continuamente poner fin a nuestra conversación, vigilando a su
anciana madre, como si temiera que nos descubriera hablando. ¿Se
acuerda todavía de Duggie?
Euh... Sí... Nunca lo he vuelto a ver... No he vuelto a
ver a nadie de Londres.
Tus amigos te envían saludos.
Ah... Gracias... Está bien.
Habla y reacciona como todos los desequilibrados, sometidos a
largos tratamientos psiquiátricos, que conozco.
Mirar parece haberse convertido en su única ocupación. No es
tan extraño que la televisión represente gran parte de su vida.
¿Puedo tomarte una foto?.
Sí, claro...
Sonríe mientras disparo la cámara y poco después...
Ya basta. No me gusta que me vean... es penoso para mí...
Adios.
Mira fijamente el árbol que se alza delante de la casa. Ya no se
que decir. Es bonito este árbol
Si, pero ya no... Lo han cortado hace poco... Antes me
gustaba mucho...
Desde el fondo de su casa se oye la voz de su madre. Roger
Barrett se gira hacia mí, parece aterrorizado.
Bien, a lo mejor nos volvemos a ver por Londres.
Adiós
Volviendo me cruzo con el hippy iluminado, que se esconde tras un
periódico. Me siento angustiosamente vacío.
Todo ha terminado.
Documento procedente de la revista Rock
Espezial.
Gracias Angel Ramos.
La pagina de Pink Floyd - Copyright (C) 1998 Nelson Sosa